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jueves, 5 de marzo de 2015

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San Mateo, 27 y 28 de Febrero de 1814

San Mateo, en los valles de Aragua, fue territorio de hechos notables del proceso de la Independencia de Venezuela. Destacan entre otros: Las batallas del 27-28 de febrero y del 25 de Marzo de 1814, consideradas como las jornadas de lucha más prolongadas en el contexto de la gesta independentista latinoamericana en el siglo XIX (aproximadamente 14 horas continuas); sede del Cuartel General del Ejército Patriota, instalado desde el 20 de febrero hasta el 30 de marzo de 1814 y conducido por nuestro Libertador Simón Bolívar; escenario de la inmolación del mártir neogranadino Capitán Antonio Ricaurte, en la parte alta de la hacienda de la sucesión Bolívar.
Observamos entonces, que el Libertador consideró a San Mateo como un espacio geoestratégico para el desarrollo de las batallas liberadoras. La superioridad hombres-armas de los realistas (liderizado por el Caudillo español José Tomás Boves) era evidente ante el ejército republicano; por tal motivo, obligaba a crear estrategias militares para poder contener la fuerza superior del enemigo. En este sentido, Simón Bolívar, como buen conductor de su ejército, conocedor del espacio en el cual se estaba moviendo, de la topografía de San Mateo que ayudaba en estas circunstancias adversas, al ejército republicano y de la variedad hidrográfica del pueblo que contribuía para tales fines, optó porque la zona norte montañosa de San Mateo se convirtiera en trinchera, precisando tres puntos de concentración de la fuerza republicana, a saber: El Calvario, Canta Rana y la hacienda-trapiche de la sucesión Bolívar. En este último se instaló el Cuartel General del Ejército Patriota; allí el Alto Mando Militar coordinó las tácticas que imponía la propia guerra.
Habría que imaginarse lo impactante de ese acontecimiento trascendental para el desarrollo de la gesta independentista de Venezuela. Contaba San Mateo con un pequeño valle y cadena de montañas por sus lados norte y sur, con zonas arbustivas y sembradíos y con una población que no superaba los 2.500 habitantes. Bolívar fue hábil en haber escogido parte de su propiedad y espacios de San Mateo para dar estas batallas, que tuvieron una continuidad en el tiempo de un mes de enfrentamientos. De acuerdo a los partes emitidos por los boletines de guerra, participaron (ambos bandos) un aproximado de 10.500 combatientes, aunados a la caballería. La razón del momento era defensiva, evitar que las fuerzas realistas emigraran a las ciudades de Caracas y Valencia; además, este sitio equidistante entre tales ciudades permitió también, una espera razonable para la llegada de las tropas aliadas, comandadas por el General Santiago Mariño.
Las batallas del 27 y 28 de febrero fueron conmovedoras; las pérdidas humanas de ambos bandos hablan por sí solas; las bajas de los republicanos alcanzaron a 213 muertos y heridos; y por los realistas se estimaron entre 800 y 1.000 los muertos. A estas bajas humanas, habría que agregar las muertes y heridas de los caballos, el destrozo físico y mental de la población civil que habitaba en San Mateo; y también su flora y fauna. En El Calvario el ejército republicano perdió a dos distinguidos oficiales, Manuel Villapol y Vicente Campos Elías, entre otros.
Entre el 28 de febrero y gran parte del mes de marzo, la confrontación y hostigamiento entre los dos ejércitos fue permanente; ya los boletines precitados comentan de 27 días de luchas. La muestra de esta lucha y la acumulación de fuerza republicana tuvieron su desenlace mayor en los sucesos del 25 de marzo de 1814.
En esta última fecha, Bolívar comisionó al Capitán Antonio Ricaurte y 50 soldados para el resguardo y protección del parque de armas, pertrecho y pólvora. Durante el ataque realista realizado el 25 de marzo de 1814, Francisco Tomás Morales Guédez se apoderó del trapiche, ubicado al sur y ordenó a sus hombres tomar por asalto el parque señalado; allí es donde el valor inmortal de Ricaurte se expresó en sus memorables palabras: “Id y decid al General Bolívar que pierda cuidado, Ricaurte le responde de que no caerá el Ingenio en poder del terror devastador de Venezuela”.
Ricaurte, hizo honor a su palabra y escribió con su sangre una de las páginas más conmovedoras de la historia militar y de liberación nacional de nuestros pueblos. Y como bien dijo el poeta libertario de Nuestra América, José Martí: “La libertad cuesta cara”.
Este magno sacrificio fue reconocido por el propio General realista Francisco Tomás Morales G. (quien participó en más contiendas bélicas al servicio del Rey), cuando señaló “Tomé por asalto el trapiche de Bolívar, y sus defensores se volaron”.
El legado histórico de Ricaurte y demás combatientes republicanos no fue en vano; por el contrario, la lucha es larga y nos llama a la unidad entre los pueblos hermanos de Colombia y Venezuela. De ser antiimperialistas, de ser internacionalistas, por la liberación y no por la intervención en contra de la soberanía de los pueblos, ser solidarios en la búsqueda de un mundo mejor y más humanista. Ricaurte y demás compatriotas nos demostraron con sus acciones que sí se pueden reunir estos valores.
Al concluir, esperamos que esta reseña sea una modesta contribución en homenajear en sus 201 años, a las y los mártires de febrero-marzo de 1814 y en reconocimiento a un pueblo como San Mateo, que tiene el derecho de estar orgulloso de su pasado histórico.

Luis R. Mendoza
San Mateo, 26 de Febrero de 2015






  

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